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Las estadísticas muestran que hemos mejorado en calidad educativa, básicamente porque el nivel de desempeño de los estudiantes en diferentes disciplinas ha aumentado “una rayita” más en el índice. Sin embargo, valdría la pena sumergirse realmente en las realidades de las escuelas y con mayor hincapié en la escuela rural de nuestro país, que en muchos casos poco o nada, reciben un acompañamiento a los procesos de calidad, de tal manera que se logre observar de cerca cómo se tejen las dinámicas institucionales.
 
Las zonas rurales con sus riquezas y también con sus condiciones adversas son una muestra de la necesidad urgente de repensar la escuela en términos del liderazgo del docente, puesto que en ocasiones estos entornos aparentemente adversos suelen frustrar el trabajo del mismo y en general de la comunidad educativa, que se limita, negándose la oportunidad de visionar un mejor camino para superar las dificultades.  
 
En concordancia con lo anterior, el presente texto se asume como una reflexión en torno a uno de los grandes retos de la educación de hoy y es la necesidad de fortalecer el liderazgo docente como ápice para la transformación de la escuela rural. Desde esta mirada se entiende que el rol del docente va mucho más allá de impartir clases, pues este actor es más bien un mediador del proceso de enseñanza aprendizaje, que goza o debería gozar del respeto por parte de toda la comunidad educativa, por su condición de profesional de experto y guía en distintos procesos.
 
Ahora bien, conviene decir que el docente en muchos casos se limita a la estricta tarea de atender a los estudiantes y cumplir con ciertos compromisos que le son asignados por el directivo docente, lo cual reduce su quehacer pedagógico y transformador dentro de la escuela, pues el rol de líder le es otorgado al directivo quien es la cabeza más visible para dar marcha a los procesos institucionales. No se ha comprendido que el liderazgo puede ser compartido, porque “repercute en el desarrollo positivo del profesorado y facilita la constitución de comunidades de aprendizaje” Martínez, A. & Ibarrola Sara (2014).
 
El ideal del liderazgo docente está en que pueda tomar decisiones que contribuyan a dinamizar los esfuerzos para que tanto los procesos de la institución como las interacciones entre los diferentes actores transformen el quehacer de la escuela. Desde esta perspectiva este liderazgo se considera,
“…no solo como el acoger, por delegación del director, una serie de funciones, o participar en el equipo directivo, sino más bien como una cuestión específica de la agencia del profesor. Cuando los profesores, con su aportación, influyen más allá de las clases a colegas, padres y otros agentes educativos, ejercen su liderazgo.”  Martínez, A. & Ibarrola Sara (2014).
 
Es claro entonces que la mejora de los aprendizajes y en general de la calidad educativa no debe depender del trabajo individual del docente y en ese sentido la escuela rural está llamada a repensarse desde el quehacer del docente. Pero este repensarse requiere que los distintos actores se identifiquen con las problemáticas y necesidades de la escuela, en demasía el docente, que no debe esperar a que el cambio llegue desde afuera. Realmente “lo que posibilitará el cambio será la mirada nueva con que los docentes encaren su trabajo, pues esa mirada nueva les hará organizarse, relacionarse y actuar de manera diferente”.
 
Desde el seno de las comunidades se requiere mayor reflexión frente al asunto que aquí se convoca. La calidad de la educación, actualmente es un concepto que se torna un tanto perverso en cuanto comporta en su comprensión un sinnúmero de aspectos de los cuales aún no se tiene claridad, puesto que el concepto de calidad encierra diferentes variables, que no siendo analizadas en el marco de construcción de las políticas educativas, este se hará difuso en el contexto real de la escuela. Precisamente un actor fundamental para que se generen las reflexiones y transformaciones dentro de la escuela es el docente, quien debe estar dispuesto a evaluar las políticas y prácticas que contribuyan a transformarla. Los docentes líderes, “son fuente continua de aprendizaje de sus compañeros: tienen una visión compartida de la educación y colaboran con sus pares compartiendo las prácticas y los materiales específicos para mejorar la educación” Martínez, A. & Ibarrola Sara (2014), asimismo, reafirma Freire, (Citado por Rossi, E. 2011) que “la educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo” Mucho de todo esto se necesita en la escuela.

En definitiva, es urgente la necesidad de reflexionar realmente sobre el liderazgo del docente en función de mejorar las dinámicas, fortalecer la gestión y favorecer una mayor articulación entre los diferentes actores de la escuela y la comunidad educativa. Este liderazgo indudablemente fomenta la motivación del docente, mejora su actitud de confianza, potencia sus capacidades, así como también le brinda mayor apertura a nuevas ideas y en general fortalece su compromiso.
 
Aun cuando las condiciones no sean las mejores en muchas instituciones del país, sobre todo las ubicadas en zona rural, a pesar de la falta de apoyo de las secretarías u otras entidades, independiente de las características de las familias y de los contextos, a veces hostiles, la educación de calidad es posible, pero para lograr los cambios y dar marcha la consecución de la calidad, la escuela necesita de líderes.
 
REFERENCIAS
 
Martínez, A. & Ibarrola Sara (2014). Liderazgo del profesor: objetivo básico de la gestión educativa. Disponible en: file:///C:/Users/admin/Downloads/rie67a03.pdf
 
Rojas, A. & Gaspar, F. (2006). Bases del liderazgo en educación. Disponible en: http://unesdoc.unesco.org/images/0014/001470/147055s.pdf
 
Rossi, E (2011) Concepto de educación de Paulo Freire. Disponible en: http://peducativas.blogspot.com.co/2011/08/concepto-de-educacion-de-paulo-freire.html
  

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