PuebloArhuaco

Imagen tomada de portal  Web OrigenArhuaco

Sofía Peñata Doria - Gestora Córdoba
Medardo Rafael Barros Bolaños - Gestor Cesar

En Colombia, a pesar de los avances en cuanto a normatividad que ampara y protege a los pueblos y naciones indígenas, estos continúan en una condición de vulnerabilidad inaceptable, toda vez que hacen parte del Estado nación y además son parte esencial para la construcción y desarrollo de país. Ellos con su constancia y lucha por preservarse y en otros casos revitalizarse y hasta reconstruirse como cultura, estos han realizado grandes esfuerzos por mantener su identidad, usos, costumbres, cosmovisión y conservar sus territorios a través de la que “es la forma privilegiada de transmitir, conservar, reproducir y construir la cultura. Permite generar conciencia crítica capaz de transformar la sociedad” Artunduaga, l. (1997), la educación. Esa que de facto asumimos como unísona y general para todo Colombiano, pero es en este marco de sistema reproductor cultural y social que cobra valor esa lucha que vienen adelantando los pueblos originarios por el derecho a un proceso educativo enmarcado en la pertinencia, la contextualización y el derecho a la autodeterminación que hoy conocemos como Etnoeducación o Educación Propia e intercultural, escenarios desde el cual se proyecta el ser indígena.

Históricamente la educación para pueblos indígenas ha estado marcada por su concesión a terceros por parte del Estado, principalmente a la iglesia católica fue a quien se le delegó esta responsabilidad. La entrega de la educación por parte del Estado a la Iglesia, es un hecho que profundiza la ruptura cultural de las comunidades, puesto que para entonces ““el saber disciplinar” además de organizarse en función de los planes educativos, era tamizado en función de las verdades y principios religiosos” Romero, F. (s.f.). Así, se convirtió en una herramienta que anuló la posibilidad de muchos pueblos de circular mediante la palabra y las prácticas rituales y sociales, su identidad cultural, su autonomía, su conocimiento y hasta su estructura social. Pero la lucha constante frente a la exigibilidad de los derechos ha permitido que hoy, los pueblos originarios, cuenten con un amparo legal en la normatividad nacional e internacional que reconoce el derecho mayor y el derecho a la autodeterminación. Desde allí, se abrió el escenario para la construcción del S.E.I.P, Sistema Educativo Indígena Propio, un sistema educativo que sea eje fundamental para el fortalecimiento de sus principios, el cual surge en rechazo, precisamente, a las formas de educación que les venían siendo impuestas.

Hoy día los procesos de interculturalidad están pasando de la teoría a una praxis en la cual el diálogo de saberes que se establece entre conocimientos que transitan por el sistema educativo, se materializa en una apuesta formativa que busca garantizar la pervivencia étnica y la posibilidad de la interacción en marcos de respeto y comprensión de lógicas, ciencias, conocimientos y cosmovisiones disimiles y distantes.

No obstante, luego de alcanzar la construcción del S.E.I.P y el reconocimiento por medio del decreto 1953 del 7 de octubre de 2014, hace falta sortear los obstáculos que en diferentes espectros se le presentan, en primer lugar, porque no hay garantías suficientes por parte del Estado y en general de las entidades territoriales para respaldar las propuestas ‘Etnoeducativas’ o de ‘Educación Propia’ y en segundo lugar, porque Colombia, en materia de educación, responde a políticas internacionales que de alguna manera alienan las cosmovisiones de quienes ingresan al sistema educativo regular, por medio de estandarización y concepción unívoca del conocimiento.

Es importante resaltar, cómo muchos pueblos han logrado dentro de un proceso contraveniente, mantener sus usos y costumbres, los pilares de su cultura y buscar el establecimiento de procesos formativos que les permitan transitar en el conocimiento con una mirada compresiva de lo diferente, de inclusión con el no indígena y sobre todo de relacionamiento desde su cosmovisión. Es esta una gran lección para quienes olvidan que el país es pluricultural y que por tanto la educación debe apuntar hacia la interculturalidad, alejada de la creación de diferencias, marcas, etiquetas y estigmas, para llevarnos a reconocernos y reconocer al otro en marcos de respeto y diálogo.

El Estado como garante del derecho a la educación, debe velar por construir, en conjunto, políticas a mediano y largo plazo que eviten la desaparición de las culturas indígenas, respetando su espiritualidad y riqueza cultural. En esta vía, viene a ocupar un espacio importante la ‘Etnoeducación’ como “un proceso de recuperación, valoración, generación y apropiación de medios de vida que responde a las necesidades y características que le plantea al hombre su condición de persona.” Artunduaga, l. (1997). La Ley 115, define etnoeducación como “la que se ofrece a grupos o comunidades que integran la nacionalidad y que poseen una cultura, una lengua, unas tradiciones y unos fueros propios y autóctonos”. De manera que, representa para el sistema educativo un reto muy importante porque señala el camino para intercambiar discursos que construyan una nueva forma de ver la diversidad étnica.

 

Referencias bibliográficas

Artunduaga, l. (1997). La Etnoeducación: una dimensión de trabajo para la educación en comunidades indígenas de Colombia. Disponible en: https://rieoei.org/historico/oeivirt/rie13a02.htm

Romero, F. (s.f.). Manuel Quintin Lame: sabiduría y saber escolar. Disponible en: http://www.humanas.unal.edu.co/colantropos/files/5214/5615/3567/manuel_quintin_lame_sabiduria_y_saber_escolar.pdf

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